martes, 4 de marzo de 2008

1. Sorpresas agradables

Toc toc

Regulus frunció el entrecejo. En ese momento se encontraba sentado en su cama leyendo El Profeta del día, que traía un artículo bastante bueno sobre el Señor Tenebroso. Odiaba que lo interrumpieran cuando estaba leyendo. Dejó el periódico a un lado, cruzó la majestuosa habitación y abrió la puerta. Era su hermano Sirius, que con su aire altanero le dijo

-Regulus, papá te llama. Parece que llegó una lechuza del colegio.

-Ok. En un momento voy.

Y le cerró la puerta en la cara. Se sentó en su cama, mirando hacía la pared, en la sobresalían los colores de Slytherin y el emblema de los Black. Recortó el artículo que estaba leyendo antes de que su hermano lo interrumpiera y lo puso en la pared, el resto de periódico lo dobló cuidadosamente y lo dejó en la mesita de noche. Odiaba el desorden, cada milímetro de la habitación estaba cuidadosamente ordenado.

Salió de la habitación, aseguró la puerta con un encantamiento, por si a su hermano se le ocurría entrar a husmear y luego sí bajó. Su padre se encontraba en el salón de la primera planta, sentado al lado de su madre.

-¡Ah llegaste, Regulus! Acaba de llegar una lechuza del colegio –Orión extendió la mano y le entregó un sobre con caligrafía muy pulcra y el escudo de Hogwarts, pero se sentía más pesado que en años anteriores. Regulus no dudó en abrirlo.

Estimado señor Black

El Curso comienza el 1 de Septiembre, como es usual.

Usted ha sido nombrado Prefecto.

Se adjunta la lista de libros y materiales para el año lectivo.

Recuerde que el Expreso de Hogwarts sale a las 11:00 am. Por favor presentarse en el vagón de los prefectos a más tardar a las 11:15 am.

Se quedo atónito por un momento. Lo habían nombrado prefecto. Era algo que estaba esperando. Volteó el sobre y una insignia plateada con una brillante P cayó en su palma izquierda. Miró a sus padres y ellos le devolvieron una cálida mirada de satisfacción

-Felicitaciones hijo –dijo Orión.

-Haces honor a tu apellido, algún día harás grandes cosas –dijo su madre y le lanzó una mirada a Sirius, que estaba en la puerta del salón observando la escena con una expresión de desagrado.

-Muchas gracias –respondió él, la felicidad lo embargaba, entonces subió de nuevo a su habitación, al salir su hermano le dijo

-Felicitaciones.

El asintió con la cabeza, subió y entró a su cuarto que quedaba justo en frente de la de Sirius. Tenía muchísimas ganas de terminar de leer el artículo, pero no podía evitar leer y releer la carta y mirar ensimismado la insignia.

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